En oposición a la arquitectura compacta del casco histórico, el centro de enseñanza de Quintana de la Serena, situado en las afueras del pueblo, plantea una arquitectura disgregada, orgánica, que trata integrarse, y dar sentido a esta periferia de volúmenes dispersos.
Formalmente, el conjunto se entiende como una serie de elementos dispersos sobre una base que surge del recorte del terreno, evocando los fragmentos de roca extraídos de una cantera. No es el valor formal de cada pieza lo que nos ha interesado, sino el de las relaciones que éstas tienen entre si, primando el valor de lo topológico.
El proyecto crea una suerte de topografía artificial, de paisaje inventado, que genera múltiples relaciones con su entorno, apropiándose de una parte del indeterminado espacio exterior mediante patios, hendiduras, cubiertas suspendidas y planos semiexcavados.
La imagen que el conjunto ofrece en el borde de la circunvalación que rodea el casco histórico es una imagen orgánica, de piezas en equilibrio que parecen albergar el gen de su propio crecimiento.
El programa funcional se distribuye en virtud de las cualidades espaciales de las distintas plantas (estratos). No se establece una división por módulos (ESO, Bachillerato y FP), favoreciéndose así la mezcla, a nuestro juicio enriquecedora, de alumnos pertenecientes a cada uno de ellos. Las circulaciones se organizan mediante tres grandes espacios longitudinales, uno por planta, dimensionados según las necesidades de evacuación del número de alumnos. La comunicación entre los distintos niveles, además de mediante tres núcleos de escaleras, dispuestos estratégicamente en planta.
Los espacios libres se agrupan en dos zonas aprovechando la ligera pendiente del terreno: la baja, en contacto con los servicios comunes del edificio y la alta en relación con el resto del solar y las pistas polideportivas.